Como el camino de la semilla al árbol así fue el recorrido que nos llevó a tener la primera Compostera Comunitaria de Mar de las Pampas.
“Si existe la reencarnación, en la próxima vida quiero ser lombriz”, dijo Cintia haciendo sonreír a todos. Lo dice en serio porque, explica, la vida sin ellas no sería posible. “Todos” son los vecinos que se habían acercado a Green Port para enterarse qué era esto de la compostera comunitaria que estaba proponiendo la Sociedad de Fomento de Mar de las Pampas, o Sofo, como se la conoce por aquí.
Ese viernes 12 de mayo comenzó a hacerse colectivo un proyecto en el que se venía trabajando desde hacía varios meses. Cintia, que vive aquí hace más de 20 años, fue una de las principales impulsoras de esta idea que surgió en una reunión con Malena Gore Paravicini, entusiasta integrante del equipo de la Dirección de Ambiente de la municipalidad, en octubre del año pasado, a la que fueron con Adriana, otra vecina. La idea era tratar de encontrar respuestas a preguntas que se hacían los vecinos en las reuniones abiertas de la Sociedad de Fomento. ¿Qué pasa con la basura que separamos? ¿Se recicla? ¿Hay un camino claro? ¿Tiene sentido el esfuerzo? Las respuestas como era de esperar no fueron tan tranquilizadoras como se desearía. No lo son en el mundo aún, aceptémoslo.
Allí, en esa encrucijada, surgió un atajo, otro camino posible. “¿Y si en lugar de querer ocuparnos de lo que excede nuestras posibilidades hacemos algo más chico, pero que podamos controlar nosotras de principio a fin?” se preguntaron Cintia, Malena y Adriana. Al instante surgió la respuesta que buscaban: una compostera comunitaria. Convertir lo que parecen sobras, descartes, en compost para abonar nuestra tierra y mejorarla. Malena se entusiasmó, Adriana y Cintia aún más.
A mediados de enero la compostera ya era una realidad concreta: una gran caja de plástico reciclado, o madera ecológica (hecha a partir de lo que se conoce como botella de amor), de 120x120x80, con tapa doble y una suerte de puertitas por debajo para poder retirar el compost desde allí.
Claro que no todo fue tan sencillo. Faltaba que el municipio apruebe la idea y determine la ubicación. El 2 de marzo se presentó el expediente que comenzó su recorrido por direcciones y secretarías. Como en un juego de tablero, fue avanzando casilleros: de Ambiente a Obras Públicas, de Obras Públicas a Catastro, de Catastro a algún otro para volver finalmente al punto de partida, en junio, con el visto bueno y el espacio elegido: Fracción 24, parcela 25, que traducido significa Houssay y Del Plata, en esa plazoletita pequeña frente al destacamento policial.
Mientras tanto, las voluntades se iban sumando. Eloísa, la nieta de Adriana, hizo el primer flyer para subir a las redes sociales, con una foto de la compostera que esperaba en el corralón de Gesell. Marisa, otra vecina e integrante de la Sofo, se puso en contacto virtual con grupos que ya estaban recorriendo el mismo camino. A principios de abril, Alejandra, una de las impulsoras de Huerta Vereda (proyecto comunitario de la zona norte del conurbano bonaerense) contó en un encuentro virtual su experiencia y dejó algunos consejos prácticos. Una de las encargadas de Green Port, Candela, se entusiasmo en cuanto escuchó hablar del proyecto, gestionó el permiso para poder hacer allí la reunión con vecinos, diseñó la invitación y junto a Martina, Delfina, y el resto del equipo fueron las cálidas anfitrionas del encuentro.
Fue un momento importante. Por la concurrencia, por la pasión e interés que todos demostraron y porque también hubo risas. En especial por las ocurrencias de Cintia que no se quedaron en sus deseos de ser lombriz. Aseguró también que compostar es adictivo, que uno termina no sabiendo si compra verduras para comerlas o para que sobren y poder compostar. Lo dijo sabiendo de lo que habla: veterana del compostaje, es desde hace años la receptora de bolsitas de yerba y café que le acercan los vecinos cercanos. También provocó risas cuando, recordando que es importante tratar de cortar en pequeños trozos lo que va a ir al compost, sugirió tomarlo como una forma de terapia: “Si estás con bronca, agarrá la tabla y ponete a picar verdura y cáscaras” recomendó. Ese mismo día se armó un grupo de WhatsApp para estar en contacto, despejar dudas y aprender entre todos (quien quiera sumarse, en la misma compostera están los teléfonos de contacto).
La esperada compostera llegó a Mar de las Pampas el 1° de junio en un camión municipal, desde el corralón, de donde ya se había traido el tacho de los secos en una visita anterior. Mientras tanto se terminaban los carteles que la rodearían. Viviana puso el toque artístico en el cartel principal, Silvia aportó su letra de maestra para escribir las claves de lo que sí se puede poner y Malena se ocupaba del gráfico que explica, para quien quiera saberlo, cómo es el proceso. Y Alejandro se “recibió” de carpintero ya que quedó en sus manos la instalación de toda la cartelería, la terminación necesaria para la intemperie; además armó la división en dos de la compostera e hizo los agujeros necesarios para que el aire circule y ayude al proceso.
Finalmente, el sábado 11 de junio la inauguramos con vecinos, algunas autoridades y varios niños que disfrutaron del solcito de la mañana invernal. Y en ese mismo momento se comenzó a poner las “sobras”, a aportar, a llevar, y a remover.
Mientras los microorganismos hacen su trabajo que desembocará en la primera cosecha de compost hacia la primavera, no estamos de brazos cruzados. A mediados de julio Cintia, Silvia, Marisa y Adriana fueron hasta el vivero municipal donde Loli y Tati les entregaron plantas para rodear la compostera y hacer más amable el sector.
Y ahora el grupo de whastapp que se conformó en esa reunión en Green Port está en plena tarea de armar guirnaldas para adornar aún más el lugar, y para que no haya confusiones y que ningún desorientado crea que es un tacho para arrojar cosas (en especial el de los secos, que como corresponde no tiene tapa). La idea es embellecer el rincón, crear un espacio diferente, como la promesa de un mundo mejor. Compostar, embellecer, seguir soñando. Algunos ya piensan en la huerta comunitaria. Esta historia, esperemos, continuará.
Por qué compostar
Es el círculo de la vida el que se está reproduciendo allí, en esa caja, en la esquina de Houssay y Del Plata. El proceso mismo es maravilloso, tan maravilloso que hasta Walt Whitman escribió sobre ello en “This Compost” (“Ahora me aterroriza la Tierra, que tan serena y paciente, produce frutos tan dulces a partir de tanta corrupción”...).
Pero además es muy útil. Recordemos entonces aquí sus beneficios y sus condiciones.
Beneficios:
- Reduce la basurta que por ahoara y lamentablemente va a parar a los basurales a cielo abierto
- Reduce la cantidad de plásticos en el planeta al usar menos bolsas de residuos
- Nos provee de un abono gratuito y natural para mejorar la tierra.
No pide mucho. Solo que recordemos qué tirar y qué no
-Restos de frutas y verduras (crudas – sin condimentar)
-cascara de huevos
-yerba, café, te