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  • Juan Pablo Trombetta

De qué hablamos cuando hablamos de Capricornio. Por Mora Novillo

Todo lo que encuentro en libros está escrito tiempo antes del ingreso del planeta Plutón en el signo, en el año 2008. (Y ahí va a seguir hasta el 2024)

Plutón recorre una órbita muy lejana y extensa, por eso su tránsito es algo largo y transformador. Su tarea es de purga y desprendimiento, incomoda, especialmente a quienes se desconocen de la mugre. Asumo que estos 14 años no nos dejan el mismo Capricornio del manual.

Algunas de sus facetas, comienzan a caer de maduras. Capricornio representa todo aquello que nos transmite firmeza, le da forma y orden a nuestras vidas. Vamos a descubrir que en algunos casos aquello que parece sostenernos ya no lo hace y por el contrario, vive de nuestro sostén.

Aquellas grandes instituciones que parecen preservar el orden en nuestras vidas, en verdad ya preservan su propio orden a través de nuestras vidas. Son los conceptos más sólidos los primeros en perder firmeza y credibilidad, y las instituciones su potencia ven escurrirse hacia sus cimientos oxidados, mientras también la autoridad entra en crisis.

Nada cae por completo todavía, porque aún lo sostenemos, supongo que pensamos que no hay otra opción, que no conocemos otra manera y que nos aterroriza llegar a conocerla.

La última vez que Plutón pasó por capricornio fue entre 1762 y 1778, coincide con el comienzo de la primera revolución industrial. Esto es importante porque volviendo al mismo lugar después de tantos años ofrece una reflexión profunda sobre el crecimiento, sobre el para qué trabajamos tanto, sobre el valor de nuestro tiempo y trabajo y especialmente: el costo y el impacto que tienen nuestros consumos y prácticas.

Saturno (su regente) se encuentra en este momento en acuario, es decir que la naturaleza del crecimiento y el desarrollo, la forma en la que lo entendemos, está mutando, actualizándose y brindándonos una perspectiva amplia y transpersonal. El enriquecimiento traspasa la burbuja de lo personal, y empieza a medirse más allá del beneficio individual, empiezan a medirse los costos y a percibirse las pérdidas que implican los procesos productivos que desarrollamos.

Hoy tenemos la capacidad de contemplar que junto con el sacrificio propio, también estamos sacrificando recursos naturales, vidas animales, culturas periféricas, pueblos nativos originarios. Toca reconocer como tal, el riesgo que asumimos por la vida que perseguimos.

Plutón trae una forma de ver la realidad, profunda y extensiva, voraz. No viene a detenerse frente lo que asusta, sino que viene a profundizar especialmente ahí.

Una parte nuestra teme cambiar la representación que hoy tiene del mundo, no cree que eso sea posible, y no va a mover nada hasta tener la certeza de que ya hay un lugar siguiente seguro y confiable.

Plutón muestra los frutos listos para desprenderse, lo que no tiene ningún futuro, lo que cumplió su ciclo. Pero no sabemos nada sobre cierres y por temor interrumpimos su natural devenir.

Plutón nos pone de frente con lo que no podemos seguir reproduciendo tal como viene, naturalmente nos encuentra con nuestros propios límites, muestra el alcance de nuestra creación, su poder y su potencia destructora también. Nos detiene en lo que debemos despedir hasta que podamos hacerlo.

Qué pasaría si la misma fuerza con la que nos oponemos al cambio la ofreciéramos para facilitarlo?

Por ahora, repetimos las formas que conocemos, y conseguimos dolorosos desgarros donde podríamos obtener justos y sabios desprendimientos. La visión de esto es tan reciente y la necesidad de acción tan urgente, que surge fuerte impotencia.

Cómo se desmonta una estructura a la que aún estamos subidos?

Podemos desesperar en la búsqueda de dónde o en quiénes depositar la culpa. O podemos asumir la responsabilidad de este gran tránsito. La nueva identidad capricorniana creo que tiene que ver con la segunda.

Con asumir la responsabilidad, tomar la parte, reconocer que algo supera la capacidad de respuesta. Cómo sería observar el conflicto sin apurar su solución? Cómo sería permanecer frente a ello, habitar la vulnerabilidad que nos propone y salir de la falsa seguridad que nos proyecta.


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