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  • Juan Pablo Trombetta

Del planeta Hambre. Por Juan Pablo Trombetta

El 20 de enero pasado Gloria y yo fuimos a cenar a la casa de Pedro Aznar en Mar de las Pampas. Apenas llegamos, sin mediar palabra, Pedro llenó unas copas con champán y propuso un brindis: "Por la genia de Elza Soares, que murió hoy a los noventa y uno". Mi ignorancia en los temas de la música y mi antiguo fanatismo juvenil por el fútbol hicieron que ese nombre se asociara de inmediato a otro ídolo popular: "Mané" Garrincha. El auténtico futbolero (y sobre todo viejo) sabe que Garrincha fue mucho más ídolo que Pelé en Brasil. Bah, Garrincha fue ídolo y Pelé no. Y ahí estaba la explosiva pareja de Elza y Mané, que duró quince años. Pero volvamos a Elza. La emoción, la admiración -y me atrevo a afirmar, la devoción- de Pedro por Elza Soares me conmovieron en el acto. Recién entonces comprendí lo que significa esa mujer con mayúsculas para la música brasileña, y acaso para Brasil todo. A esa admiración se sumó Cristián Judurcha, baterista y amigo de Pedro, y los brindis se sucedieron. Fue una noche diferente. Algo flotaba por allí, entre los pinos y el silencio que rodeaba el silencio. Por si faltara algo, días más tarde, nuestro querido amigo Rudy Chernicof, sin estar al tanto de lo que nos había contado Pedro aquella noche acerca de los motivos que impulsaban a cantar a Elza Soares, contó como al pasar que él había empezado con los monólogos por hambre. Fue demasiado. Y entonces me animé a pedirle a Pedro este poema:


FLOR SALVAJE - por Pedro Aznar


No esperaste el permiso de nadie

para empoderarte

cuando no existía

todavía

el verbo

Tu voz rompió el tejido opresor

de la pobreza

y se alzó

como tu sangre

como tu sexo indomable

como tu grito de madre

que pierde hijos en manos de la triste atmósfera

del planeta hambre

Negra flor de colores de cuatro estaciones

no te lleva la muerte

más lejos de lo que anduviste en tierra

guerrera infatigable

atravesando las generaciones

con un mensaje siempre nuevo

siempre válido

cada vez más fuerte y potente:

la gente debe ser la fuente

de toda libertad

el cielo se hace desde el suelo

suelo de tierra bajo tus pies desnudos

de ahí debió venir el tono

de tus sambas

oliendo a lluvia

oliendo a mar

perfumes del dolor y la alegría

cruzando melodías

como una hiedra empecinada

en abrazar la dura piedra

para alcanzar la luz

Flor salvaje

el trono de tus últimos días inmóviles

tribuna desde el que cantar

siguió siendo tu regalo

al mundo

Como dijiste aquella vez

en Gramado

aquí estás (hoy y por siempre

y más que nunca)

linda

maravillosa

necesaria.


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