Un sol como el de hoy en El Fogón. El buffet repleto de purretes que van y vienen con panchos, Coca, fritas, Sugus y Guaymallén, Fredy no da abasto, los australes empapelan su austera caja registradora, sin dudas será una jornada de excelente recaudación, como cada vez que jugamos de local. Los de Almafuerte vienen en racha, y nosotros también, pero… en la racha al revés que no ganamos ni jugando entre nosotros en las prácticas. Ya perdieron la 78, la 77, la 76, la 75 de Chuly, Peyo, Lalo y otras estrellas, y la 74. Es decir, la 73 a la que pertenezco, tiene toda la presión. Pero salimos a la cancha a comernos crudos a cualquiera (incluso un Pancho que le sobre a Fredy). Chango ya nos dio la arenga motivadora, no debe estar en su mejor día porque me pone de titular, pero por las dudas no le digo nada antes que se arrepienta. Hace nada más que cincuenta y siete fechas que no salgo desde el minuto uno en el equipo, me sobra confianza. El partido es muy disputado, parejo en todos los aspectos, excepto en el marcador. 0 a 4 culmina el primer tiempo. Se vienen un montón de cambios para el segundo período, seguramente. Pero en el vestuario es cuando me doy cuenta de por qué fui titular justo hoy. Somos 5, no hay un solo suplente. Un par enfermos, otro lesionado y algún otro castigado con el peor castigo que te pueden dar tus padres, prohibirte jugar a la pelota por ese tema tan recurrente de traer de la escuela un boletín no muy decoroso. En fin, me subo las medias, miro a mis compañeros y salimos con la frente en alta, no mentira, mirando el piso y arrastrando las piernas nos disponemos al menos a jugar, o a que sigan jugando con nosotros los rivales. Hubo más goles, no importa de qué equipo, no pregunten, pero en un momento mágico, la canchita del club más amado de todos los tiempos, se transformó en el Monumental. Me llegó una pelota y la paré de pecho (increíble, sí), la controlé y pisando justito la línea de la zona que habilitaba para tirar, me sale el arquero canchereando, la empalé vestido del Enzo, y se la metí de emboquillada. Me abracé creo que hasta con alguna tía de uno de los pibes de Almafuerte que casi me caga a trompadas, pero cómo no iba a celebrar ese gol, un gol, o bueno mí único gol en el campeonato. El momento mágico duró 46 segundos, después todo volvió a la normalidad. Perdimos 9 a 1. Pero quien me quita haber sido el goleador exclusivo de mi querido Fogón, en una fecha histórica para mi mediocre performance habitual.
@nacholopezescribe