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Estacionalidad y Territorialidad. Por Diego Martín Battista

En esta ocasión, me interesa teorizar y analizar un poco algunas variables que, seguramente, la mayoría conoce y advierte, pero puede que se tomen como naturales, aunque su funcionamiento tiene un entramado social y cultural que las condiciona.

En Mar de las Pampas, como en el resto del partido de Villa Gesell (y en gran cantidad de otros destinos turísticos) se provoca una gran estacionalidad de actividades y oferta de servicios. No hay que ser un experto para saber de ello. Las distintas etapas y estaciones del año generan que haya distintos tipos de movimientos, visitas, migraciones – por poner un nombre más técnico-. Por cuestiones climáticas y culturales/de costumbres, al ser localidades costeras del Atlántico, se relaciona a todo Villa Gesell con el turismo de sol y playa, y, por ende, su explosión de actividades se lleva a cabo en los meses de verano.

Perfecto. Hasta el momento no he dicho nada nuevo, al contrario, algo muy simple.

Además de ello, por cuestiones también estructurales, organizativas a nivel anual, de actividades escolares y recesos formales, otra de las etapas en las cuales hay una gran afluencia de turistas es en las denominadas “vacaciones de invierno”.

Si bien en esos momentos hay otros destinos turísticos que tienen mayor auge, como los apuntados a las “actividades de invierno”, por ejemplo, los relacionados con la nieve, es cierto que, intentando activar lo económico, hacer las localidades más visitadas y con posibilidades de ser más redituables y prósperas las vidas y actividades de quienes allí viven y las realizan, se han fomentado otros momentos del año, además “del verano”.

Inclusive, yendo de lo más grande a lo más pequeño, podemos diferenciar las actividades realizadas y el movimiento de personas, comerciantes, consumidores y turistas entre los días de semana y los fines de semana.

Entonces, para ir directamente a eso que intento mencionar, esto es lo que se llama “estacionalidad”, y debe su nombre a la diferencia de actividades entre las distintas “estaciones”, pero que también puede advertirse en una microescala entre los días de semana. De manera menos estructurada, podemos advertir estas diferencias entre los fines de semana largo debido a los feriados y días pactados para el turismo.

¿Qué significa toda esta dinámica que fui describiendo? ¿Tiene alguna lógica? ¿Podría ser diferente? ¿Tiene ventajas y desventajas?

Sí, efectivamente. Intentaré ir respondiendo. Es una dinámica de una localidad, un partido, predominantemente turístico, donde sus actividades productivas dependen –mayormente- de esa afluencia de personas. ¿Ésta es una dinámica natural? No, para nada, es una dinámica construida socialmente que está gestionada y promocionada de esa manera, por ello es que, al intentar que dicha productividad sea más sustentable, más persistente, más distributiva durante todo el año, es que se generan más opciones durante las distintas estaciones y momentos del año, se generan variaciones de esas actividades ya existentes, tendiendo a que puedan “disfrutarse y realizarse” no sólo durante el verano.

De este modo, pese a que no se puede generar un “clima de verano” en julio (no al menos en nuestra costa), se pueden generar otros atractivos, otras opciones, otras formas de atraer a ese turismo.

Aquí es donde me detengo a remarcar que todo ello no debe olvidar a quienes viven y habitan el partido y nuestras localidades durante todo el año. Esas personas son quienes realizan actividades y quehaceres sin diferencia de estación, y a la vez, muchas, la gran mayoría, sostienen y se sostienen (a ellas mismas) a través de esas actividades que consumen los turistas en las otras etapas mencionadas. Y es allí donde abro la puerta al otro término con el cual titulo la nota, la territorialidad. Estas actividades que fui mencionando y que tienen una estacionalidad marcada, ¿se llevan a cabo en el mismo lugar que las actividades que se realizan durante todo el año? ¿Quienes viven y habitan estas localidades durante todo el año, “las viven y habitan” también durante la “explosión turística” y de personas en el período estival? En palabras más concretas, sabemos que no “pueden dejar de vivir”, “de habitar” o de llevar a cabo sus actividades cotidianas, pero la pregunta es: ¿las llevan a cabo en los mismos territorios que los turistas/visitantes o existen lugares diferenciados para estas distintas poblaciones?

Dicho de otro modo, ¿las actividades mayormente turísticas y las cotidianas de los habitantes permanentes se llevan a cabo en el mismo lugar? Siendo sí o no las respuestas de estas preguntas, me surgen otras más: ¿Esto es beneficioso? ¿Beneficioso para quién? ¿Para residentes permanentes, para turistas? Podría serlo para ambos, o para algunos de los sectores de estas dos poblaciones.

Como me gusta hacer, dejo pendientes estas preguntas y respuestas, además de otras reflexiones y análisis de dichas variables y términos para la próxima oportunidad.


Licenciado en Geografía UBA


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