Nos conocimos cuando viniste con Flora para alquilarnos «La Fuentecita», era marzo y querían ver cómo se sentían viviendo en Gesell. Te había mandado el Francés (Carlos Cotet).
Desde ese momento nos hicimos amigxs, en realidad, las familias se hicieron amigas. Mis hijxs te adoraban, y tenías una relación particularmente bella con Julián, que te inventaba historias y vos le creías todo.
«¿Qué hacés figura?» te decía Alfredo cuando llegabas. Y vos le decías que él era el «último petitero». Cumpleaños, navidades, fines de año y millones de asados los domingos fueron haciéndonos casi familia. Siempre decías que te habíamos ahorrado muchos años de aprendizajes contándote donde comprar, quienes eran unxs fachxs, quienes unxs cagadorxs, quienes buenas personas y en quien podías confiar con los ojos cerrados. Me acuerdo cuando me trajiste el cuento «Voces en el jardín», y me dijiste este te va a gustar mucho Roberta. Y si, me encantó. Pessoa y el vino verde de Portugal. Tomábamos mate en la playa con todxs y vos te perdías en tu último libro pensando el cierre, eran días en que no hablabas mucho; estabas creando.
Pero el momento más impactante que compartimos sin duda fue la experiencia pedagógica en la Media. Te sentaste en el piso con una manta y unos almohadones, con Matilda chiquita y hermosa a tu lado, y frente a cuatrocientos pibes y pibas del turno mañana de la única escuela media pública de ese momento les contaste cuando habías decidido que ibas a ser escritor. Escucharon que habías querido ser músico de rock y jugador de fútbol, pero que un día te diste cuenta que no necesitabas los dibujos de las historietas porque habías leído un libro y los dibujos y las imágenes se te aparecían en tu cabeza. Ahí decidiste que querías contar historias.
Los trescientos adolescentes del turno tarde también te escucharon embelesados. Eran transportados, guiados por tus palabras, y no volaba una mosca. Todo tu auditorio mudo y atento, ni hablar de los trescientos adultos del turno noche que te acercaban sus escritos después de tu charla. Fue uno de los momentos más mágicos en mi experiencia docente, después escribiste La tierra elegida en el 504 y quedaste unido por siempre al pueblo de Villa Gesell.
Tus abrazos en todos los 24 de Marzo en la marcha. Tu participación en los 8 M junto a Matilda ya feminista cantando y gritando con Cami en nuestras calles. Tu felicidad en el banderazo del 9 de julio del 2018, eras geselino y estabas con el pueblo, eras mi amigo escritor. Famoso, pero tan famoso como sencillo y generoso, como solo los grandes realmente grandes lo son.
Te amamos Juan Forn, sos «El escritor» de Villa Gesell.