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La profesora de Geografía. Por Santiago Featherston

Viajaremos juntos

por primera vez

iremos a Londres y visitarás cada mañana

la estatua en el parque de Peter Pan

mientras yo duermo

iremos a Brujas y discutiremos

sobre algo que olvidaré

pero me dejarás tomando una cerveza

y te irás a caminar y caminar

hasta perderte y acabar en el cementerio

asustada y sola

iremos a París y fumaremos hachís

en un luminoso departamento en un quinto piso

por escalera y en la cocina

comeremos corazones de alcaucil y beberemos

vino y escucharemos música y en algún momento

sacarás una hoja y te pondrás a dibujar y yo

sin saber qué hacer te pediré otra y dibujaré también

con una microfibra haré una figura

le haré una camisa

un pantalón

una hebilla con cinturón

le haré el esbozo de una sonrisa y unos pelos

cayéndole

pero no le haré ojos

con un pastel azul le pintaré la camisa

con una lapicera plateada el cinturón y la hebilla

con una lapicera dorada le haré símbolos alrededor

con una carbonilla le agregaré anteojos y riñonera

y al final te mostraré el dibujo y dirás: «Es una profesora

de Geografía»

y nunca me mostrarás tu dibujo

luego iremos a Budapest

y nos separaremos (vos seguirás viaje

con alguien más

y yo me volveré a Buenos Aires)

y no te acompañaré a la estación de trenes

pero te ayudaré a cargar

en el taxi tu valija

bordó con dibujos de elefantes

completamente inútil (nunca le funcionarán las rueditas

y al llegar a Londres se te romperá la manija)

y te miraré irte desde la vereda

levantaré la mano y vos harás lo mismo

y después subiré a otro taxi

y me iré al aeropuerto

y sentiré una confusión que me hará pensar

que recién ahora te he visto por primera vez

en el viaje

me preguntaré eso

muchas veces más en situaciones

así

en el futuro

antes de alejarnos

(nos alejaremos tantas veces

y otras tantas volveremos a acercarnos)

y nunca sabré en el fondo qué pensás

ni quién sos

cuando preferís callar o estar sola

pero te veré igual (o te imaginaré) cada vez

como en aquella vereda húngara

yéndote con una valija enorme y nada práctica

un poco rota y vieja

hacia algún lugar desconocido

quizá hostil

al que yo no podré ir

y te veré (o te imaginaré) armada con un gesto afectuoso

y la capacidad incontestable

de reconocer a una profesora de Geografía

cuando la ves.

Así te veré yo cuando te mire en silencio.

Así te veré yo cuando te imagine.

Siempre sabré que escondés un dibujo que no veré.

Eso será siempre mirarte para mí.



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