Hoy: Alejandro Cabrera.
Tiene 59 años. Es Técnico Superior en Comunicación Social, Profesor de Enseñanza Primaria, jubilado. Tiene otros títulos populares, mencionaré el último: «El loco de los perros». Para mí, sencillamente «EL PELA», mi amigo.
¿Qué anécdotas recordás de las escuelas dónde trabajaste? ¿Dónde quedaban? (Naaa, primera frase me dice que no le viene ninguna a la memoria. Muchas risas. Ahí se acordó,menos mal.)
Como vos sabés mi primer laburo fue en la provincia de Chubut, en un lugar que se llama Departamento de Langineo que queda en la mitad de la provincia, en pleno desierto. Un lugar en donde el agua estaba a 3 km. de la escuela y había que ir a buscarla. Era un hilito de agua que quedaba en el centro del valle, eso en la Patagonia se denomina «mallín» (afloramiento de agua en el desierto). La comunidad escolar estaba compuesta por un grupo de casas de pie de sierrita, podría llamarse, y como en todo desierto nunca llueve, pero un día llovió y mucho y nos inundamos. Toda la aldea se inundó, perdimos todos los libros que teníamos, la ropa. Desbordaron los pozos ciegos, y la angustia del momento o la risa con los otros docentes, era que solo a nosotros nos podía pasar, que se nos inundara la casa en medio del desierto, literalmente.
¿Tenés otra para contar con chicos y chicas?
Dando clases de 3° y 4°grado, en esta misma aldea, esta misma reserva mapuche, estábamos viendo el tema de el barrio, la localidad, la provincia , el país, bla bla bla, temas de la currícula de los grados, y bueno, después de haber trabajado sobre el terreno donde vivíamos, de las calles, del cuarto de los nenes o del lugar donde dormían (porque duermen todos juntos) empezamos a ver otras formas de organización urbana, otros lugares donde vive la gente. Los chicos vieron fotos de distintos lugares, de distintas ciudades, les llevé de Buenos Aires, Mar del Plata y otras. Cuando vieron los edificios me tiraron la clase abajo porque me dijeron que era un mentiroso, porque eso no era posible, porque a nadie se le ocurría vivir pisándole la cabeza al otro. Ellos se imaginaban que en esos edificios la gente estaba una parada sobre los hombros del otro y así formaban esos edificios y vivían en esos lugares. Obvio que no era posible, pero eso es lo que ellos piensan. No podían concebir la división de pisos. Y así es como ven los chicos cómo vivimos.
¿Usaste la frase «andá a buscar tizas y borrador?
Soy docente rural y los docentes rurales jamás enviamos a un alumno a buscar tizas y borrador porque todo está en el aula, inclusive desde el primero hasta el séptimo grado. De nosotros podés rescatar otras frases: « la tranquera que se escapa el bayo de Rosa»; o «la culebra fuera sí o sí»; o «a juntar ramas para la salamandra». Esas son las frases que más podés escuchar de un maestro rural. De los maestros urbanos no sé, porque no trabajé mucho tiempo en contacto con chicos de escuelas urbanas y docentes.
Esto ha sido todo con el Pela, mi amigo.
Para la próxima pensé en alguien más joven, jajaja, quise decir con menos antigüedad. Es más, ya sé a quién voy a llamar.
P.D.: Si querés contarme anécdotas de la escuela escribime a mi correo: alejandratapponnier
@gmail.com.ar