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Tiburones del tablero. Por Juan Pablo Hobaica

Jugando desde El Café el Viejo Lasker de Mar Azul, tuve el gusto de ver cómo el ajedrez creó tiburones en la copa Chesscovid: a raíz de la serie Gambito de Dama, estrenada este año en Netflix y en plena cuarentena, el ajedrez tuvo un realce a nivel mundial no visto desde los años 70, tiempos de la épica conquista del título mundial por Robert James Fischer (Bobby Fischer). Los sitios de internet principalmente uno llamado Lichess (ww.lichess.org) reunía a los mejores jugadores del mundo junto a maestros y aproximadamente unos 400.000 ajedrecistas.

El árbitro argentino Marcelo Hermida creó la Copa Chesscovid, un torneo por equipos que empezó con equipos argentinos que de a poco fueron contratando grandes maestros europeos, asiáticos y americanos, hasta que se armó un tremendo torneo, que abarcó un período de seis meses con la participación de 110 equipos y un promedio de 35 jugadores por cada uno, pero de los que sumarían puntos solo los 7 primeros para equiparar cantidades.

El torneo ya tenía 11 categorias, desde la A hasta la K, de modo que pensé: «¿por qué no armar un equipo de jugadores locales? Se me ocurrió que fuera de Madariaga y se llamara así por ser el partido madre de la costa y además mi lugar de nacimiento. Empezamos desde la K, eran 10 equipos por categoría e iban ascendiendo y descendiendo 2. ¡Ganamos y ascendimos!

Cada liga se jugaba los miércoles a las 19 hs, asi que esperamos una semana y jugamos la liga «J». Volvimos a ganar y empezamos a soñar (al menos yo) con llegar a la liga A, aunque faltaban nada más y nada menos que... ¡otros ocho ascensos! Imagínense, eso nos daría la posibilidad de jugar con grandes maestros de tremendo nivel, así que la arenga al equipo fue subiendo de tono; se me ocurrió usar una frase que tengo guardada desde el año 2007, cuando jugué la copa mundial en Kanthy Mansisk, Rusia: «Hoy somos los tiburones, así que muchahos del equipo de Madariaga ¡ahora somos los Tiburones! ¡Los Tiburones de la Chesscovid! ¡Los vamos a comer crudos! El ánimo fue tan grande que los jugadores del equipo, que llegamos a ser unos 17 en total, y a quienes les agradezco su participación y compromiso, empezaron a animarse, a prepararse y a jugar cada partida y «batalla» como si fuera a vida o muerte. Así fuimos escalando liga tras liga, de manera que los medios de ajedrez nacionales empezaron a sorprenderse y a hablar de nuestro equipo en sus notas. ¡El ánimo ya era furor!

En determinado momento tomamos conciencia de que habíamos clasificado a la categoría C, dura batalla nos esperaba, pues teníamos enfrente a los grandes equipos, los grandes jugadores. Durante la semana las arengas por nuestro grupo de Whatsapp no faltaban. Las canciones de Tiburón (Vicentico) y los dibujos de feroces tiburones, aunque todos sabíamos que era casi utópico pensar en llegar a la A, la máxima categoría, ya que teníamos que terminar clasificados al menos segundos, entre diez equipos. ¡Pero así fue y ganamos las categorías C y la B! Todo fue alegría, sorpresa, orgullo y satisfacción; terminaba la liga ese miércoles y justo llegamos a jugarla... ¡todos los equipos estaban repletos de maestros rusos¡ Envalentonados, nos metimos en la batalla y durante la mayor parte estuvimos clasificados entre cuartos y quintos... ¡no podíamos creerlo! Cuando terminó el torneo vimos que habíamos mantenido la categoría A, logrando una auténtica hazaña. Los jugadores zonales habían empezado con un nivel y en tres meses de dura batalla, preparación y consejos, se recibieron de Tiburones del tablero.


*Vecino de Mar Azul. Maestro internacional de ajedrez.


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